El gobierno ha anunciado una subida de impuestos. Esto desploma su popularidad, desde luego, ya que desde la oposición se dice que la única manera de salir de la crisis es precisamente contener el gasto público y bajar aún más lo impuestos.
Para la persona de a pie, probablemente, una subida de impuestos le siente fatal. Claro, es que hay que pagar. Sería mejor no pagar. Pero como siempre, esto depende del punto de vista. Voy a intentar ser lo más imparcial que pueda, pero no sé si lo conseguiré. Supongo que sabréis perdonarme si el post me queda tendencioso.
Partamos de la base de que el dinero no crece los árboles. El dinero no es algo que el gobierno de turno pueda producir en masa y así pagar sus inversiones y deuda. Si el estado produjese dinero "a mansalva", tendríamos una inflación tremenda porque al meter más dinero en circulación el propio dinero se devaluaría. Para más información, ver los casos de Zimbabwe y Argentina, cada uno en su proporción y en su momento.
En un mundo sin fluctuación económica, el dinero que entra debería de ser igual al dinero que sale. Mantener la administración del estado es caro y requiere dinero. Con los impuestos se mantiene la burocracia administrativa necesaria para el funcionamiento del Estado, las Comunidades y los Ayuntamientos. Los sueldos de los funcionarios y parte del sueldo de los políticos salen de ahí, de los impuestos.
Además, está la inversión pública, que es lo que gasta la administración en realizar sus políticas. O sea, los presupuestos. Se destina dinero a la realización de determinados proyectos nuevos o al mantenimiento de los proyectos vigentes. Aquí incluimos el mantenimiento de infraestructuras también. Y aquí es donde creo que está el "quid" de la cuestión. Si las administraciones invierten en infraestructuras que generan empleo tanto en su construcción como en su mantenimiento, la inversión crea empleo. El Plan E es un ejemplo de inversiones que deberían crear empleo (o por lo menos ayudar a no destruirlo).
Ahora bien. El Plan E y el resto de inversiones, creen empleo o no, cuestan dinero. Más dinero del que el que tiene la administración. ¿Cómo hacemos? Podemos subir los impuestos y recaudar más dinero, o podemos dejar de hacer cosas que no son imprescindibles y que no generan empleo. Hay que tener en cuenta que hay un delicadísimo equilibro entre la presión fiscal (lo que pagamos de impuestos) y la capacidad de consumo y por lo tanto la generación de riqueza. Si se presiona fiscalmente más, se frena el consumo y por lo tanto se perjudica a la economía global. Pero por otra parte, si no se toman medidas sociales, la gente no es ya no pueda consumir, es que algunos sectores no podrán ni vivir.
El liberalismo clásico y el neoliberalismo proponen reducir el gasto social y retocar el derecho laboral para dinamizar la economía. O dicho de otro modo, abaratar el despido para que el empresario vea más fácil contratar personal si luego cuando no necesite más personal puede prescindir de ellos más fácilmente. Además, estas tendencias políticas promueven la no socialización de la economía, de modo que el estado gastaría menos.
La socialdemocracia defiende lo contrario. La seguridad laboral y la confianza al consumo están ligadas, de modo que cuanto más seguro se sienta una persona en su puesto de trabajo, más consume. Esa seguridad se "compra" con medidas sociales como ampliar el tiempo de prestación por desempleo, por ejemplo. El Estado de Bienestar se basa en que determinados servicios están garantizados por la administración. Y esos servicios cuestan dinero, y ese dinero sale de los impuestos.
Alguno podría pensar que una buena manera de ahorrar sería recortar la función pública (el número de funcionarios) y su salario. Es una opción, aunque en realidad el ahorro es realmente poco. Se podrían congelar los sueldos de los funcionarios públicos (que es una putada, porque trabajadores que no tienen nada que ver con la crisis ven reducido su poder adquisitivo) con el compromiso de pagar los atrasos más adelante. Esto es lo máximo que el estado puede tocar los sueldos, ya que el resto de los asalariados dependen de una empresa que debe tomar sus decisiones de manera privada ajustándose, eso sí, al derecho laboral vigente.
Modificar los impuestos por tramos parece una opción lógica, moviendo la presión fiscal hacia los que más ganan. Hay que recordar que España es un país donde se pagan pocos impuestos. Otras economías, como la francesa y las economías escandinavas, tienen una base impositiva mucho más alta. Hay que tener en cuenta también que los impuestos no sólo son los del IRPF. El IVA también se recauda, por ejemplo, y es un impuesto que por su naturaleza está ligado al consumo. Menos consumo, menos recaudación. Por lo tanto, la subida de impuestos debería tender, como decía antes, hacia los tramos que menos vean resentido su consumo.
Pues bien, esta es la información que os dejo (a los pocos lectores fieles que leéis mi blog) con la esperanza de que os haya gustado cómo he expuesto la información y, si la encontráis escorada, sepáis perdonarme.
Para la persona de a pie, probablemente, una subida de impuestos le siente fatal. Claro, es que hay que pagar. Sería mejor no pagar. Pero como siempre, esto depende del punto de vista. Voy a intentar ser lo más imparcial que pueda, pero no sé si lo conseguiré. Supongo que sabréis perdonarme si el post me queda tendencioso.
Partamos de la base de que el dinero no crece los árboles. El dinero no es algo que el gobierno de turno pueda producir en masa y así pagar sus inversiones y deuda. Si el estado produjese dinero "a mansalva", tendríamos una inflación tremenda porque al meter más dinero en circulación el propio dinero se devaluaría. Para más información, ver los casos de Zimbabwe y Argentina, cada uno en su proporción y en su momento.
En un mundo sin fluctuación económica, el dinero que entra debería de ser igual al dinero que sale. Mantener la administración del estado es caro y requiere dinero. Con los impuestos se mantiene la burocracia administrativa necesaria para el funcionamiento del Estado, las Comunidades y los Ayuntamientos. Los sueldos de los funcionarios y parte del sueldo de los políticos salen de ahí, de los impuestos.
Además, está la inversión pública, que es lo que gasta la administración en realizar sus políticas. O sea, los presupuestos. Se destina dinero a la realización de determinados proyectos nuevos o al mantenimiento de los proyectos vigentes. Aquí incluimos el mantenimiento de infraestructuras también. Y aquí es donde creo que está el "quid" de la cuestión. Si las administraciones invierten en infraestructuras que generan empleo tanto en su construcción como en su mantenimiento, la inversión crea empleo. El Plan E es un ejemplo de inversiones que deberían crear empleo (o por lo menos ayudar a no destruirlo).
Ahora bien. El Plan E y el resto de inversiones, creen empleo o no, cuestan dinero. Más dinero del que el que tiene la administración. ¿Cómo hacemos? Podemos subir los impuestos y recaudar más dinero, o podemos dejar de hacer cosas que no son imprescindibles y que no generan empleo. Hay que tener en cuenta que hay un delicadísimo equilibro entre la presión fiscal (lo que pagamos de impuestos) y la capacidad de consumo y por lo tanto la generación de riqueza. Si se presiona fiscalmente más, se frena el consumo y por lo tanto se perjudica a la economía global. Pero por otra parte, si no se toman medidas sociales, la gente no es ya no pueda consumir, es que algunos sectores no podrán ni vivir.
El liberalismo clásico y el neoliberalismo proponen reducir el gasto social y retocar el derecho laboral para dinamizar la economía. O dicho de otro modo, abaratar el despido para que el empresario vea más fácil contratar personal si luego cuando no necesite más personal puede prescindir de ellos más fácilmente. Además, estas tendencias políticas promueven la no socialización de la economía, de modo que el estado gastaría menos.
La socialdemocracia defiende lo contrario. La seguridad laboral y la confianza al consumo están ligadas, de modo que cuanto más seguro se sienta una persona en su puesto de trabajo, más consume. Esa seguridad se "compra" con medidas sociales como ampliar el tiempo de prestación por desempleo, por ejemplo. El Estado de Bienestar se basa en que determinados servicios están garantizados por la administración. Y esos servicios cuestan dinero, y ese dinero sale de los impuestos.
Alguno podría pensar que una buena manera de ahorrar sería recortar la función pública (el número de funcionarios) y su salario. Es una opción, aunque en realidad el ahorro es realmente poco. Se podrían congelar los sueldos de los funcionarios públicos (que es una putada, porque trabajadores que no tienen nada que ver con la crisis ven reducido su poder adquisitivo) con el compromiso de pagar los atrasos más adelante. Esto es lo máximo que el estado puede tocar los sueldos, ya que el resto de los asalariados dependen de una empresa que debe tomar sus decisiones de manera privada ajustándose, eso sí, al derecho laboral vigente.
Modificar los impuestos por tramos parece una opción lógica, moviendo la presión fiscal hacia los que más ganan. Hay que recordar que España es un país donde se pagan pocos impuestos. Otras economías, como la francesa y las economías escandinavas, tienen una base impositiva mucho más alta. Hay que tener en cuenta también que los impuestos no sólo son los del IRPF. El IVA también se recauda, por ejemplo, y es un impuesto que por su naturaleza está ligado al consumo. Menos consumo, menos recaudación. Por lo tanto, la subida de impuestos debería tender, como decía antes, hacia los tramos que menos vean resentido su consumo.
Pues bien, esta es la información que os dejo (a los pocos lectores fieles que leéis mi blog) con la esperanza de que os haya gustado cómo he expuesto la información y, si la encontráis escorada, sepáis perdonarme.
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