martes, 29 de julio de 2008

My Goodness, My Guiness

Estoy sin palabras. Acabo de ver el que creo que es el anuncio más machista hasta hora filmado. ¿Cómo se atreven? ¿Me estaré volviendo un tipo hipersensible?

lunes, 28 de julio de 2008

Viaje a Nueva York: Un día en Washington DC

Martes 10 de junio

Nos cogemos un bus de los chinos a DC. Resulta que los chinos son unos espabilados y montan trayectos en bus por cuatro perras comunicando NY con ciudades como Baltimore (Good Morning, Baltimore!), Boston, Pittsburgh, Filadelfia... En realidad comunican un barrio chino con otro de otra ciudad.

El viaje fue un poco desastroso, la verdad. Para empezar nos confundimos de calle para ir a coger el bus. Y es que la calle East Broadway no tiene nada que ver con Broadway. Y el calor, como siempre, terminándolo de arreglar. Todo el barrio chino apestaba a comida podrida y encima estábamos a casi 40 grados. Un ataque de nervios más tarde estábamos haciendo tiempo para coger un autobús a DC que, según nos decían, salía a las 9:30. Luego, al ver el horario de autobuses, vimos que salía a las 10:00, con lo que le pregunté a la china que nos había vendido el billete que a qué hora salía en realidad. Me confirmó que a las 10:00, y cuando le pregunté que por qué nos había dicho que a las 9:30 la muy hija de puta decía que no, que ella no había dicho eso: "Someone said 9:30", decía la muy cabrita. Y es que hay varias "compañías" de buses chinos que se hacen la competencia y nosotros le compramos el billete a la primera que nos lo vendió, sin mirar más, porque pensamos que ése era EL bus de Washington DC. Y la tía, para "cazarnos", nos dijo que salía media hora antes.

Esto me confirma que los chinos son unos chorizos de cuidado. Más que el neoyorquino medio, que ya es decir. Y son unos gorrinos. Esto lo podéis comprobar si váis a cualquier "Chinatown" de EE.UU. donde veréis cómo los chinos se urgan en la nariz tranquilamente y delante de todo el mundo para buscar petróleo. Un asquito, oiga.

Cuatro horas de viaje con el Aire Acondicionado a todo meter (aunque prefiero eso a asarme) y llegamos a DC justo a tiempo para comer en un Subway y empezar a ver las atracciones turísiticas a 40 grados a la sombra. De momento lo sobrellevaba, porque el calor era seco. Más tarde el calor se volvería húmedo... tan húmero que me daba la impresión de estar ahogándome en el Potomac en lugar de estar visitando el Mall.


Todas los monumentos están localizados en lo que ellos llaman el Mall, que en el mapa parece abarcable pero que en realidad tiene dos millas de ancho (unos tres kilómetros y pico). Nosotros accedimos al Mall a la altura de la Casa Blanca (1600 de Pensylvania Av). Nos hicimos las fotos de rigor y caminamos hasta el monumento a Washington (O sea, el falo gigante con forma de lápiz) y de ahí al Monumento a los Caídos en la Segunda Guerra Mundial, frente al Reflecting Pool.


Sobrevivimos al sol de justicia gracias a unos paraguas que llevamos. Igual estábamos ridículos, sí, pero chico, así no nos daba el sol en la cocorota.

El Lincoln Memorial lo vimos ya de lejos, e incluso cogimos un taxi para que nos llevase por la Avenida de la Constitución hasta el Capitolio, ya que estábamos reventados. Una cosita: en DC, los taxis tienen un suplemento por cada persona que se sube, de modo que a veces no compensa tanto como uno cree. El taxista nos llevó a los cinco, pero nos cobró 7 dólares de bajada de bandera el muy pirata.

Estábamos demasiado desfallecidos como para pelearnos, de modo que al llegar al Capitolio decidimos hacer una horita de descanso en el césped. La verdad es que una vez allí no se estaba tan mal, aunque de nuevo teníamos la humedad al 90%.


Al caer la tarde nos dirigimos al mismo sitio donde nos había dejado el autobús y de vuelta a NYC. Por el camino hubo tormenta, aunque mis deseos de que refrescase el ambiente no se cumplieron. Nos bajamos en Times Square y en metro al albergue. Esta vez se impone el sentido común y ponemos el aire acondicionado para dormir. Recuerdo acostarme y nada más, aunque en algún momento debí de taparme con la sábana... ¡Qué gustazo, oiga!

jueves, 24 de julio de 2008

Imagina: Sicilia 1929


En inglés: "Picture it. Sicily 1929". Con estas palabras comenzaban las disparatadas historias de Sophia Petrillo, supuestamente la más veterana de las Chicas de Oro. Digo supuestamente porque en realidad era la segunda más joven. Sólo Rue McClanaghan (Blanche Deveraux) era más joven que ella. La actriz que hacía de su hija, Bea Arthur, era en realidad un año más mayor.

Estelle Getty, la actriz que dió vida a Sophia, ha muerto recientemente. La verdad es que siempre la recordaremos como la inconfundible Sophia, aunque Estelle realizó la mayor parte de su carrera artística en el teatro. Tras muchísimo tiempo enferma de una demencia senil (demencia de cuerpos de Lewy según unos, Alzheimer según otros), Estelle nos ha dejado. Y parece que fue ayer cuando oíamos frases como éstas:

Sophia: He sobrevivido a dos Guerras Mundiales, quince Vendettas, cuatro operaciones y dos Darrins en Embrujada
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Sophia: No habéis pedido mi opinión, pero soy vieja y os la voy a dar igualmente
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Rose: Blanche, ¿cuánto esperaste desde que murió tu marido hasta que volviste a practicar el sexo?
Sophia: ¡Hasta que llegó la ambulancia!
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Rose: Sophia, ¿por qué estás tan de mal humor?
Sophia: Perdóname Rose, pero no he tenido sexo en quince años y está empezando a afectar mis nervios.
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Blanche: Trato mi cuerpo como un templo.
Sophia: Efectivamente, abierto día y noche.
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Sophia: Odio a los comunistas.
Dorothy: Por supuesto madre, eso es porque creciste como una fascista.
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Sophia: Necesito consejo, Rose.
Rose: ¿Y me preguntas a mí?
Sophia: Da miedo ¿verdad?
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Dorothy: Madre, Rose no me habla…
Sophia: Pues dísfrútalo mientras dure y ahora, buenas noches.
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Rose: [Rose rellena los papeles para ingresar a Sophia en el hospital] ¿Nombre?
Sophia: Zulu, Reina de los Enanos.
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Sophia: Si esta salsa fuese una persona, me desnudaría ahora mismo y le haría el amor.
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[Sophia come Fritos ruidosamente y Dorothy está muy molesta]
Dorothy: ¡MADRE, PARA, POR FAVOR!
Sophia: Son FRITOS, Dorothy. ¿Quieres que me los trague enteros?
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Dorothy: Mamá, YO NO ronco..
Sophia: Por dios, si tengo que apartarte de la ventana para que no inhales las cortinas.
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Sophia: He encontrado mi pañuelo de la suerte.
Rose: ¿Dónde estaba?
Sophia: Lo llevaba en el sujetador.
Rose: Y, ¿qué hacía en tu sujetador?
Sophia: ¡Me estaba sonando las tetas, Rose!
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Nada más. Desde hace un rato me está viniendo a la cabeza esa musiquita... "Thank you for being a friend".



martes, 22 de julio de 2008

Viaje a Nueva York: La Estatua de la Libertad y el Lower Manhattan

Lunes 9 de junio

¡La Estatua de la Libertad!

Excursión matutina a Battery Park y paseo en ferry a la Estatua de la Libertad y Ellis Island (nosotros no fuimos a Ellis, aunque Toni sí).


Resulta que desde hace tiempo no se puede subir arriba del todo (desde el 11-S, aunque los conservadores del monumento insisten en que no está relacionado lo uno con lo otro) y sólo se puede subir al pedestal, aunque para eso hay que solicitar un pase ya que el número de visitantes está limitado. Nosotros no llegamos a tiempo, de modo que nos conformamos con verla desde el suelo.


Nos hacemos las fotos de rigor tanto desde el ferry como una vez allí, aunque yo opto por quedarme a la sombra maldiciendo el calor (máxima para la temporada desde los años 30, no sé si lo he comentado...). Eso sí, no me canso de admirar la silueta de NY (el archifamoso "SkyLine").



Conseguimos no deshidratarnos y llegar sanos y salvos de vuelta a Battery Park, y de ahí a ver Wall Street. En realidad sólo queremos ver el toro de la Bolsa y tocarle las pelotas (que es lo que hace todo el mundo), pero David encontró maneras más ingeniosas de tocar el monumento.


Comemos en un McDonald's de lo más atípico. Resulta que como es el McDonald's de Wall Street, lo ambientan con una pianista tocando el piano para dar ambiente. De verdad, no es coña. Y tras recuperarnos un poco, Adri y yo decidimos que es el momento de hacer compritas. Nos vamos a Century21 mientras que los demás se van a Central Park un rato más. En Century21 compramos ropa para aburrir a un precio de risa. Es lo que tiene NY con el cambio a favor.

Cuando volvemos al albergue, compro un protector solar una crema de Áloe Vera porque nos hemos achicharrado esta mañana. En el ferry y en la isla había poca sombra, de modo que hemos terminado todos quemados. Tampoco ha sido brutal (Adri un poco más que los demás) y gracias a la crema de Áloe, tampoco molesta demasiado.

Y... ¿Lo adivináis? Pues efectivamente, otra noche que no pego el ojo. El agotamiento me atonta un par de horas, pero es lo máximo a lo que puedo aspirar...

martes, 15 de julio de 2008

Viaje a Nueva York: Harlem y Uptown

Domingo 8 de junio

Nos despertamos un poco como podemos y nos encaminamos a Harlem para ver si podemos escuchar una misa gospel. Buscamos concretamente la Abyssinian Baptist Church, que es la que recomiendan todas las guías. Harlem es un lugar curioso, y se nota un montón la diferencia con Manhattan. Está sucio y mal cuidado, sí, aunque no es un lugar como para salir corriendo.

Tras perdernos y encontrarnos, damos con la iglesia en cuestión. Vemos que hay una cola de morirse para entrar, y que los responsables de la iglesia nos echan hasta de la acera. Más resignados que indignados, decidimos buscar otra iglesia menos conocida donde nos dejen asistir como turistas. Me gustaría reseñar que en el recorrido de la cola que hacen hacer a los turistas, te venden de todo: sandías, aguas, imágenes... y hasta CDs de gospel. No es por nada, pero no podía evitar acordarme de aquello de "Ésta es la casa de mi Padre, y vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones" (Marcos 11-17).

Terminamos en una iglesia metodista en la que se celebraba la graduación de los miembros de la comunidad. CUALQUIER graduación. Se celebraba que un niño había aprobado el curso, que una señora de treintaytantos había aprobado el graduado escolar, que un ejecutivo había terminado un MBA... La verdad es que a mí me dejó alucinado, porque estas iglesias pequeñas tienen un sentimiendo de Comunidad que me llama mucho la atención. Terminamos escuchando gospel, sí.

Tras la aventura religiosa del día, volvemos a Manhattan para ver el Museo de Historia Natural. Este museo es increíble, como casi todos los de la ciudad. Además, es donde se supone que trabajaba Ross :D. Destaco la colección de fósiles de dinosaurio, que se te va la olla.


Un detalle sobre este museo. En EE.UU. los museos son privados, como casi todo. Cuando uno quiere entrar, le cobran una entrada con un precio que es una DONACIÓN VOLUNTARIA, aunque tiene un baremo establecido ($15 si la memoria no me falla). Si bien es voluntario, lo suyo es pagarlo, porque sólo mediante las aportaciones de los visitantes se mantiene el museo. ¿Por qué una donación voluntaria y no una tarifa? Pues porque lo que hay dentro del museo es patrimonio cultural importantísimo, y la idea es que no te quedes sin verlo si no te puedes permitir el precio de la entrada. Esto no quiere decir que la entrada sea gratis, ni muchísimo menos, pero este sistema permite la entrada a quienes no pueden pagar esa tarifa.

Tras ver el museo, comemos un perrito caliente en Central Park. Además, yo me pido un Pretzel, y me doy cuenta de que los neoyorquinos deben de tener la tensión por las nubes, porque es básicamente como pegarle mordiscos a una roca de sal. Aún así, está rico, aunque no para comerse uno entero.

Carlos, David, Adri y yo nos quedamos un ratito más por Central Park mientras que Pablo va a recorrerse todo el parque y el Upper West Side haciendo un recorrido. Adri y yo cruzamos el parque por el lado corto para llegar al Metropolitan Museum. Aún no sé cómo llegamos (porque el calor era insoportable, de nuevo) pero lo hicimos de puta madre, porque salimos justo a la altura del Metropolitan. ¿Por qué era esto tan imporante? Pues porque como ya comenté, ese día era el Día de Puerto Rico, y estaba la Quinta Avenida cortada con un desfile y atestada de puertorriqueños pasándoselo bien. Y si no hubiésemos salido a esta altura, igual no habríamos podido ver el Metropolitan.

En el Metropolitan nos interesaba principalmente una colección en la que se pueden ver los trajes de superhéroe originales de las películas y una serie de diseños inspirados en ellos, realizados por diseñadores como Jean Paul Gaultier, Giorgio Armani... El resto, hasta que cerraron, lo empleamos en ver algunas colecciones de escultura clásica, para gran deleite de Adri, y un templete egipcio, el Templo de Dendur.

Nos reunimos con todo el mundo en Gran Central, la estación de ferrocarril principal de la ciudad, junto con Penn Station. Allí vemos la bóveda decorada con los símbolos zodiacales y astrológicos y recordamos la cantidad de películas en la que hemos podido ver esta estación. Desde aquí vamos como al edificio Chrysler, aunque Adri y yo estamos muy cansados y decidimos volver al albergue mientras que Pablo va hacia el edificio de las Naciones Unidas.

Y otra noche igual. El calor me saca de la habitación y me vuelvo a dormir en el lounge. Al parecer, estoy creando una tendencia, porque hay otra tipa que también está haciendo lo mismo que yo. Lamentablemente, ronca como una locomotora. Supero mis tendencias homicidas y consigo dormir un par de horas.

miércoles, 9 de julio de 2008

Viaje a Nueva York: Chelsea, Village y Times Square

Sábado 7 de junio

Nos despertamos tirando a tarde con una resaca como un piano. Sí que era verdad lo del alcohol de garrafa, sí. Nos vestimos, desayunamos (es un decir) y vamos a ver Chelsea y el Village, que es la misma zona por la que habíamos la noche anterior. Todo el barrio tiene un aspecto muy diferente, la verdad.


Además de ver Stonewall Inn por el día, cabe destacar una visita a la librería Wilde, pionera en la defensa de los derechos LGTB. Vemos también un mercadillo, aunque el calor amenaza con acabar con nosotros.

También vemos la casa de Friends. O sea, el edificio de donde sacaron las imágenes exteriores del edificio. Allí nos hicimos varias fotos y tras decidir que el calor era realmente insoportable, nos metimos en un "Sports Bar".

Es un tipo de bar donde la gente queda para ver el partido de lo que sea. Allí nos tomamos una cerveza y Adri se echó una partida a una máquina de matar ciervos (Verídico: Tú eres el cazador y tienes que disparar al ciervo en el cuello o en el corazón o si no se te escapa).


Hacemos una lista de lo que nos queda por ver y cogemos el metro con un destino: La calle 42 con la 7ª y Broadway, que es ni más ni menos que... Times Square. En uno de los transbordos de metro, vemos algo surrealista: una congregación tipo "amish" (que en holandés debe de significar "me hago los vestidos con las cortinas viejas del comedor") cantando a coro mientras un predicador intentaba convencernos de que aún no es tarde para evitar la Condenación Eterna. ¡Por supuesto que aún no es tarde! ¡Aún son las 4 de la tarde!

Times Square nos hace olvidar todos nuestros planes. Es IMPRESIONANTE. Es más de lo que se puede abarcar. De hecho, algunos de nuestros compañeros de viaje fueron varias veces a contemplar el maremágnum de coches, carteles gigantescos, tiendas desproporcionadas, gente...


Nuestra primera parada fue el M&M's Store, un complejo de varias plantas en el que sólo se venden cosas relacionadas con la famosa marca de chocolates. Allí, además, hay unos tubos gigantes con un montón de M&M's separados por colores, de modo que puedes ir haciéndote tú tu surtido. No sé cuánto chocolate nos tragimos, pero fue mucho. ¡Ñam!

Segunda parada: TKTS. En el vestíbulo del Marriot Marquis está la taquilla TKTS, que es una especie de kiosko donde comprar entradas para los musicales de Broadway (y del Off-Broadway) a mitad de precio para el mismo día. Sólo para el mismo día y sólo en efectivo, así es como funciona. Pablo, Toni, Adri y yo cogemos entradas para Hairspray y quedamos en la puerta del teatro más adelante.

Tercera parada: Toys'R'Us. Para que os hagáis una idea, es una tienda que tiene dentro UNA NORIA. Sí, sí: una noria como las de las fiestas de vuestro barrio. Pues eso pero dentro de una tienda. Increíble. Allí descansamos un rato y nos volvemos a juntar con Carlos y David para ir a la tienda de la NBC, en el Rockefeller Center.

La verdad es que la tienda nos decepcionó un poco, porque había muy poco merchandising de series como Friends, y el que había era carísimo. Nosotros terminamso comprando una alfombrilla de ratón del perro de Conan O'Brien, el delantal del Central Perk y una taza de Heroes.

De ahí a cenar en un sitio de sandwiches que recomendaba una guía y al musical. La verdad es que me encantó como está montado. Es muy original y aunque me sabía todas las canciones me sorprendió la puesta en escena. Muy entretenido y recomendable, sí señor. Me quedo con una frase: "I'm so lonely!". Por cierto, que el papel de Edna Turnblad, la madre de Tracy, lo hacía George Wendt (Norm, de "Cheers"). Es tradicional que este papel lo represente un hombre, ya que en la película original de John Waters lo hacía Divine, una drag queen.


Tras comentar el musical y ver Times Square de noche, nosotros nos fuimos a la cama, ya que al día siguiente queríamos ver una misa de gospel. Toni, David y Carlos, sin embargo, salen de copas por el Midtown y Hell's Kitchen (al ritmo de West Side Story, sin duda).

Y aquí comienza un episodio que se repetirá aún más veces: el calor no me deja dormir. Hay un momento, a eso de las 3 de la mañana, que harto de no dormirme, de sudar y de que me falte el aire, me pongo algo encima y salgo al "lounge" donde hay un aire acondicionado. De hecho, me recuesto en un sofá al que el aire no da directamente y consigo dormirme.

martes, 8 de julio de 2008

Viaje a Nueva York: Chinatown, Little Italy y el Village

Viernes 6 de junio

Hoy nuestros compañeros de viaje quieren irse de compras. Adri y yo aprovechamos que no queremos comprar demasiada ropa (luego descrubriremos que esto es tan relativo como uno quiera) y nos quedamos durmiendo y esperando al "check-out" de la golfa borracha y del inglesito amable. El inglés, según nos comentó, había prolongado su estancia en el albergue pero en otra habitación, porque su cama estaba ocupada. Esto nos puso los pelos de punta, porque se suponía que estaba ocupada POR NOSOTROS. En fin, que a eso de las 11 estábamos abajo como clavos preguntando si podían hacer el traslado de Carlos y David a nuestra habitación. En el mostrador parece que no están muy por la labor y hay una cola de gente considerable. Nos dicen que volvamos a las 12.

Adri y yo nos encaminamos a un Dunkin' Donuts a desayunar, donde constatamos lo que será una de las máximas del viaje: "En los establecimientos de NY son todos unos cabritos que intentan invariablemente cobrarte de más". En este caso fue que queríamos una oferta (café + muffin con tortilla) pero el que nos atendió, viéndonos extranjeros, nos debió preguntar que si queríamos un café y un bagel. No nos dimos cuenta, de modo que nos cobró el café y el bagel aparte. Un show.

Tras la aventura del desayuno, vamos al albergue donde, no sin esfuerzo, reubican a Carlos y a David en nuestra habitación. Recogemos sus cosas de la habitación anterior y las ponemos en la nuestra, aunque el inglés sigue sobando como un bendito. Le doy un toque y le aviso de que si no hace checkout a la hora le pueden multar. En realidad yo lo que quería es que se fuera a la cama que tuviese asignada y nos dejase la cama libre para uno de éstos, pero nada, el tío se empeñaba en quedarse a hacer zetas.

A todo esto, llega la tropa con las compras del Century21 y demás. Y claro, no les apetece nada dejar todo lo que han comprado en la habitación con el "bicho" ahí, de modo que aprovecho que la de la limpieza (colombiana, majísima) ha intentando entrar a limpiar varias veces para sacar un poco "a escobazos" al hijo de la Gran Bretaña diciéndole que tenían que limpiar.

Nos vamos hacia Little Italy haciendo pocas paradas intermedias. Nos damos cuenta de que las distancias son más grandes de lo que parece en el mapa de metro. Llegamos a Lombardi's, otra de las legendarias pizzerías de la ciudad. Allí nos cobran bastante más que en Garibaldi's, pero tenemos fotos de haber estado en la primera pizzería del Nuevo Mundo (o por lo menos, de NYC).
Tras comer (y muy bien, por cierto) nos damos un garbeo por Little Italy y Chinatown. Se conoce que Chinatown le está "comiendo el terreno" a Little Italy, aunque ésta última está expandiéndose hacia el norte (NoLiTa). El caso es que miramos tiendas a cual más cara. No sé exactamente qué buscábamos, pero siguiendo la regla de "ofrecer la mitad de lo que pidan" no llegamos a casi ninguna parte. De hecho, una china casi nos echa a patadas de la tienda a Adri y a mí, gritando "Impossible, impossible" cuando le ofrecimos 20 dólares por un pijama que, según ella, costaba 45. También compramos camisetas de "I Love NY" para alicatar tres cuartos de baño. Típico, sí, pero muy socorrido. Sobre todo porque donde las compramos costaban 10 dólares por 7 camisetas, creo. Una bicoca...

Volviendo al albergue nos ofrecieron "subir a un piso" de Chinatown para vendernos algo. Por lo visto es una práctica de lo más normal, y siendo cinco o seis como éramos el peligro era mínimo, pero no lo hicimos. Tampoco recuerdo qué nos vendían, aunque a mí me hubises hecho ilusión comprar un "Trolex" :D También vimos el Blood Corner, la esquina donde se mataban a tiros las bandas rivales. Un poco Gangs of New York, pero con salsa agridulce.

Descansamos sin inglés "okupa" y salimos a cenar y a tomar algo. Y aquí tengo que romper una lanza en favor de la honestidad de NY. Hay bares en los que te dan garrafón, pero te lo indican. Tienen los santos cojonazos de decirte que la bebida "chunga" cuesta, por ejemplo, tres dólares; y que la de marca cuesta seis. Hicimos el siguiente recorrido:

- Stonewall Inn: El mítico local de los disturbios de 1969 que dieron lugar al Orgullo Gay en todo el mundo. De hecho hay lugares donde esta fecha es conocida como CSD (Christopher Street Day). Ahora es un bar de copas y cocktails con dos zonas separadas: una principal con una barra (y un stripper) y otra trasera que es una sala acondicionada para hacer fiestas temáticas de esas que tanto les gustan a los norteamericanos. Lamentablemente, tocaba la "Fiesta de Bolleras", así que no visitamos demasiado esa parte del bar. Y con respecto al stripper, pues fue gracioso, porque dejaba muy poco a la imaginación. Debe de ser costumbre local lo de tener strippers y ponerle billetes en el tanga a cambio de sobarle un poco.

- Pieces: Local muy divertido. Las copas son de garrafa, pero mola porque tienen una "actividad" para cada noche. Los lunes karaoke, los martes una peli, los miércoles el drag-bingo... y así sucesivamente. Los viernes no hay fiesta temática, pero tampoco nos hizo falta. David intimó con un puertoriqueño que le informó convenientemente que el domingo era el Día de Puerto Rico (de ahí la cantidad de banderas que habíamos visto).

- Splash: Se supone que es el local de moda, aunque a nosotros nos decepcionó un poco. Entras (previo pago de la entrada, que no recuerdo pero era algo como 20 dólares) y es un poco como Babylon de Queer As Folk. Dos plantas, chulazos en la de arriba y más relajado en la de abajo. Al final en la de arriba se quedaron las cuatro musculocas borrachas y/o drogadas y abajo la gente más normalita.

Tras esto, nos fuimos al albergue en taxi (que había mucho sueño y al día siguiente había que ver cosas) a eso de las 4:30. Bueno, David y Toni se quedaron en un bar por el camino. Y es que los hay auténticos profesionales...